PASIÓN POR EL PORTERO DE HOCKEY PATINES
Espacio dedicado a compartir y divulgar mis experiencias y conocimientos en el hockey patines, especialmente en aquel rol que más conozco y que más me hace disfrutar de este deporte, el portero.
Quién tiene que ser portero?
Una gran duda surge cuando en la iniciación tenemos que escoger quién va a ser el encargado de ser el portero de nuestro equipo, y muchas veces, quien va ser portero el resto de su vida. Esta decisión tan importante creo que merece una reflexión por todas las personas que podemos influir en esta decisión, ya sean los padres, entrenadores, coordinadores y los propios deportistas.
Hace muchos años la tónica general era la siguiente, el jugador que en los equipos de iniciación era el más malo, el que peor patinaba y el que presentaba menos aptitudes para el hockey patines era el escogido para representar el quipo bajo palos, en la posición que al mismo tiempo se considera la más determinante de nuestro deporte. Si se reflexiona un poco hay dos errores enormes si se toma esta decisión siguiendo esta argumentación. La primera es que esta decisión no tiene ningún fundamento si se considera que el portero es medio equipo, como mínimo. Nunca comprendí esta forma de tomar esta decisión tan importante, se observa una paradoja en lo que refiere al portero, por un lado es considerado el jugador del equipo más importante y por otro lado se escoge que bajo palos vamos a poner a aquel niño/a que más dificultades presenta en los inicios en el deporte. Por otro lado se comete un gran error porque no das alternativa para decidir a quién tiene que tener la última palabra, al propio niño/a.
Aunque hable en pasado esta forma de decidir quién va ser el portero aún es muy actual, demasiados porteros terminan bajo palos siguiendo estos criterios ya que es la decisión más fácil para los entrenadores, creer que tener dificultades para patinar o dominar la bola en los inicios es justificación para enviar al niño a la portería y de esta forma no tener en pista aquel jugador que puede llegar a molestar. Defiendo esta forma de tomar la decisión en los jóvenes que se inician al hockey más tarde que sus compañeros. Nuestro deporte tiene un gran problema y es que cuando en un equipo hay un jugador que empieza a jugar más tarde que sus compañeros, 4 o 5 años, puede ser que este iniciante necesite muchos años para llegar a tener el nivel de sus compañeros o un mínimo nivel que como jugador de pista le permite tener un mínimo rendimiento en los partidos. Ante esta dificultad colectiva y la posibilidad fácil que el jugador termine dejando el hockey por sentirse frustrado con un nivel muy lejos de sus compañeros, puedo defender que experimentar ser portero pueda ser una solución para que este joven jugador encuentre un espacio en nuestro deporte ya que en la portería muchas habilidades técnicas quedan más escondidas y permiten tener un mínimo rendimiento que facilite al portero sentirse útil en el equipo.
Cada día más en el hockey, y creo que por suerte, empezamos a ver como porteros aquellos que realmente quieren serlo. Opino que cuando una persona se inicia en un deporte lo más importante no es pensar en si puede ser bueno o no en una posición, lo más importante es pensar que puede ser feliz jugando en un deporte concreto y escogiendo si quiere ser portero o jugador. Creo que lo ideal es que en los primeros años todos los componentes del equipo experimenten ser portero, por ejemplo cada semana un niño/a diferente, de esta forma todos pueden tener la sensación de lo que implica ponerse bajo palos y experimentar esta posición, así será más fácil saber si a ellos les gusta esta posición. Además creo que alternar entrenamientos de jugador y de portero es altamente positivo en la mejora de sus habilidades básicas de patín y dominio del stick. Nunca será un paso atrás esperar a dar por definitivo el rol de portero, mientras experimentan todas las posiciones los niños/as nunca dejarán de aprender habilidades que le servirán para un futuro ser portero o jugador.
Hay que ser conscientes que ser portero es una labor de gran dificultad, no tanto a nivel técnico que también lo es, sino más a nivel mental. Ser portero implica aceptar la mayor responsabilidad dentro del equipo, a recibir los elogios más grandes pero también las peores críticas, ser portero implica aceptar vivir la sensación desagradable de encajar goles, que en muchas ocasiones en categorías inferiores pueden llegar a contabilizarse por pasar de la decena. Es por todo esto que defiendo que quién se aventure en el difícil camino de ser portero tiene que estar convencido, y todas las personas que tenemos que ayudar a tomar esta decisión tenemos de tener una visión nada egoísta y solo pensar en el bién del niño/a. A esto me refiero que muchas veces los entrenadores de equipos de iniciación se sienten desolados cuando el mejor jugador del equipo manifiesta su voluntad de ser portero o cuando los padres no quieren que su hijo/a sea portero. Entiendo que un padre quiera ver a su hijo marcar goles y no recibirlos y entiendo que un padre se siente más tranquilo cuando su hijo no es el encargado de recibir los remates de los equipos rivales con el típico miedo a que su hijo/a se lesione. Si mi experiencia puede ayudar a romper con este tópico ser portero no es peligroso, es verdad que recibimos pelotazos y podemos llegar con morados en casa después de un entrenamiento pero el material de día de hoy permite que esto sea lo más peligroso que a ellos les pueda pasar comparado con las lesiones que los jugadores pueden llegar a tener en cara, ojos, nariz, dientes… No me gusta terminar esta opinión con este argumento pero es una realidad que demasiadas veces no se consigue tener de la seguridad real que tiene un portero.